Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

El médico hereje

Miguel Servet
(Grabado de Christian Fritzsch, D.P.)
“Ni con estos, ni con aquellos estoy conforme ni disiento en todo. Todos tienen parte de verdad y parte de error, y cada cual descubre el error en otro sin ver el suyo”. Esta cita de Miguel Servet, de su libro Diálogos sobre la Trinidad resume el camino que siguió el sabio aragonés en una época de agitadas revoluciones en el pensamiento, las creencias y toda la forma de vida había señalado a la Edad Media. Su inquietud intelectual, duda sistemática e independencia de criterio marcaron su vida y determinaron su muerte.

Nacido en Huesca, el 29 de septiembre de 1511, Miguel de Servet o Serveto era parte de una familia originaria del Pirineo aragonés que había aprovechado las Cartas de Población que concedía la corona de Aragón conforme se desarrollaba la reconquista y asentándose en Villanueva de Sigena. Su padre Antón, noble infanzón, era notario del Monasterio de Sigena, y pudo financiar los estudios de su brillante heredero.

A los 13 años, Servet era pupilo de fray Juan de Quintana, asistiendo a procesos contra herejes mientas aprende griego, latín y hebreo. A los 16 ya está en Toulouse, Francia, estudiando derecho. Por entonces se familiariza con el naciente movimiento de la Reforma, que rechazaba la corrupción y mala conducta de la iglesia católica de Roma.

La pasión de Servet por las nuevas ideas pronto lo puso en el camino de serios problemas. Con apenas 20 años de edad y viviendo en Basilea publica De los errores acerca de la Trinidad, obra en la que defendía que la idea de la Trinidad católica no tenía bases en la Biblia. Igualmente, afirma que Jesús es hombre y no dios, y que el Espíritu Santo no es una persona, sino una manifestación del dios único. Un año después publica Diálogos sobre la Trinidad, en la misma línea. Las dos obras concitan el rechazo de los nacientes reformistas y del bien establecido catolicismo.

En esos momentos, cuando ni siquiera se habían publicado los primeros libros de Calvino, poner en cuestión cualquiera de los dogmas establecidos por la iglesia católica era ponerse en la mira de la Inquisición y de todas las fuerzas empeñadas en evitar el terremoto de pensamiento que se avecinaba.

Pero las ideas de Servet tampoco encontraban buena recepción entre los tempranos reformistas, y se enfrentó agriamente con personajes importantes como el propio Martín Lutero, Ecolampadio, Martín Bucero y Capito. Por entonces comenzó también una larga relación epistolar con Juan Calvino. Con sólo 21 años, debe ocultarse, cambiarse el nombre por el de Miguel Villanovano, una referencia al pueblo familiar de Villanueva, perseguido por la Inquisición Española.

Pese a sus inquietudes teológicas, Servet encuentra tiempo para la ciencia. En realidad, tanto la teología como eso que aún no se llamaba ciencia, se englobaban en la filosofía, por lo que el espíritu del renacimiento era lo que hoy llamaríamos “multidisciplinar”. Entre debates trinitarios y violentos enfrentamientos con otros teólogos, Miguel Servet estudia matemáticas y geografía, con tanto éxito que, trabajando como corrector de pruebas de imprenta se le encarga la publicación de la Geografía de Ptolomeo. Con poco más de 20 años, aborda la labor con pasión, mejorando y actualizando la obra original de modo tan acucioso que por ella se considera hoy que Servet es el fundador de la etnografía y de la geografía comparada.

En 1537, “Miguel Villanovano” marcha a estudiar medicina a París y se gana la vida impartiendo clases de matemáticas. Allí se dedica asiduamente a la disección de cadáveres, y es probable que en estas prácticas se sentaran las bases de su máximo descubrimiento científico, el de la circulación pulmonar (o menor) de la sangre. Pero de nuevo sus inquietudes y su decisión de expresar abiertamente todas sus ideas, le causan problemas.

En 1537 publica un libro sobre jarabes para administrar remedios donde hace gala de conocimientos de farmacología. A éste le sigue otro defendiendo la astrología como auxiliar en el diagnóstico de las enfermedades. Pero en ese libro también Servet denuncia a los médicos que recetan Por esos mismos tiempos comenzó su correspondencia con el que sería el máximo representante y pensador de la Reforma, el propio Calvino.sin contacto con el enfermo, sin atender a las circunstancias ambientales que rodean al paciente.

Ambos libros fueron prohibidos aunque la Inquisición no condenó al estudiante, y Servet se vio obligado a huir nuevamente, ahora a Montpellier, donde finalmente recibe su doctorado en medicina para luego ir a Leuven a estudiar teología.

Servet se inclina por una forma de pensar y enfrentar el mundo que se empezaba a difundir, el método científico: empirismo, exigencia de experimentos y pruebas sólidas. Es un precientífico sin saberlo, y un creyente en la libre expresión, la tolerancia y el libre debate. Por ello dice: "No deben imponerse como verdades conceptos sobre los que existen dudas”.

De 1542 a 1553 practica la medicina en Vienne, Francia, donde fue médico personal del arzobispo Pierre Palmier y, en 1546, envía a Calvino una primera versión de su libro Restitución del Cristianismo, en cuyo libro quinto, Miguel Servet explica por primera vez cómo la sangre es llevada por la arteria pulmonar a la vena pulmonar pasando por los pulmones, cambiando de color y liberándose de lo que Servet llamaría “los vapores fuliginosos”, el bióxido de carbono. Todo para decir que la sangre diseminaba el alma por todo el cuerpo.

El libro agudiza el conflicto con Calvino, al que Servet acabaría llamando acusador, criminal y homicida. Calvino, por su parte, empezó a preparar su venganza. En 1553, al publicarse finalmente el volumen, se desvela la identidad de Servet y la inquisición católica de Lyon detiene al médico. Servet huyó, siendo quemado en efigie.

Su fuga duró poco, sin embargo. Cuatro meses después es reconocido en Ginebra y detenido por las fuerzas calvinistas. Fue quemado vivo como hereje en leña verde el 27 de octubre de 1553. Su labor científica tardaría casi 150 años en ser reconocida, gracias al filósofo y matemático Leibniz, quien inició la recuperación de la obra de Servet, intelecto libre que, incluso, escribió mucho antes de morir: “Es un abuso condenar a muerte a aquellos que se equivocaron en sus interpretaciones de la Biblia”.

Voltaire y Servet

Para el filósofo Voltaire, Servet fue ejemplo clave de libre pensamiento. En sus Memorias habla de Ginebra como la ciudad donde reinó Calvino “y el lugar donde quemó a Servet”, para asegurar que al redactar sus memorias, “casi todos los sacerdotes" aceptan las ideas teológicas de Servet. Más adelante, Voltaire recuerda haber sido atacado por un predicador por haber dicho que Calvino "era de naturaleza cruel y había quemado a Servet sin causa”.