Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

El ojo que ve el universo

Hubble 01
El telescopio Hubble después de ser puesto
en órbita por el transbordador Discovery
(Foto D.P. NASA vía Wikimedia Commons)
Durante 21 años, el telescopio espacial Hubble nos ha enseñado a ver el universo de un modo que no había sido posible en toda la historia humana.

Hace apenas 20 años el universo tenía un aspecto totalmente distinto a nuestros ojos del que hoy conocemos gracias a los cientos de miles de imágenes que el telescopio orbital Hubble ha estado transmitiendo con sus observaciones, participando en numerosos proyectos de grupos de astrónomos de todo el mundo y asombrando con su visión literalmente extraterrenal a muy diversas personas, con o sin interés en la astronomía.

Por primera vez hemos visto los límites del universo, enormes nubes de gases que son incubadoras donde se están formando nuevas estrellas en grandes cantidades, evidencias de agujeros negros en los que cabrían millones de soles, explosiones de estrellas o supernovas con una potencia inimaginable, los fragmentos de un cometa cayendo sobre Júpiter, planetas en otros sistemas solares, galaxias colisionando y fusionándose… material de ciencia ficción convertido en imágenes, datos, conocimiento y nuevas avenidas para la investigación.

Y sin embargo, la historia de este extraordinario instrumento científico comenzó definitivamente con el pie izquierdo.

Los astrónomos se plantearon desde principios del siglo XX tener en órbita un telescopio óptico, es decir, capaz de observar la luz visible (a diferencia de telescopios dedicados a otros segmentos del espectro electromagnético, como los radiotelescopios o los telescopios de rayos X).

Los telescopios ópticos en la superficie del planeta enfrentan problemas como la contaminación lumínica de fuentes como poblados o instalaciones que dificultan la visión de objetos especialmente tenues, y sobre todo las distorsiones en sus observaciones que introduce
La propia atmósfera misma. Las distintas capas de la atmósfera, con características y temperaturas variadas, distorsionan la luz que llega del universo. Es precisamente por ello que las estrellas parecen titilar cuando las miramos.

Un telescopio en órbita evitaría esos y otros problemas, lo que le permitiría ver más allá, y con mucha más nitidez, que cualquier aparato que pudiéramos construir en el suelo.

En 1969, la NASA aprobó el proyecto de un gran telescopio orbital que pondría en órbita el transbordador espacial. En 1975 la Agencia Espacial Europea se unió al proyecto. Sin embargo, el lanzamiento previsto para octubre de 1986 se pospuso debido a la explosión del transbordador Challenger en enero de ese mismo año, y no se lanzaría sino hasta el 24 de abril de 1990.

“Está fuera de foco”.

Este fue el diagnóstico de los técnicos que vierosn las primeras fotografías transmitidas a tierra desde el nuevo telescopio Hubble hace 21 años parecían anunciar uno de los más complicados, costosos y absurdos fiascos de la historia: el gran telescopio con la mejor tecnología de la época estaba fuera de foco. Una cadena de errores humanos dio como resultado que el espejo principal del telescopio tuviera una aberración esférica (una desviación de la curva que lo hacía demasiado plano en el centro por unas fracciones de milímetro) que no se detectó por otra cadena de errores.

La solución fue añadir un grupo de pequeños espejos para interceptar la luz que se reflejaba del espejo principal, corregir la falla y devolver la luz a los instrumentos de observación. Estas y otras tareas fueron realizadas en la primera reparación espacial llevada a cabo durante 10 largos días en diciembre de 1993. El éxito de este trabajo se confirmó con las primeras imágenes que conocimos en 1994, y que mostraron un universo mucho más asombroso de lo que habíamos imaginado hasta entonces. Más complejo, más diverso, más misterioso…

Y arrolladoramente hermoso.

Muchas de las imágenes que nos han cautivado del Hubble durante estos años han sido objetos ya conocidos, que habíamos visto con menos precisión, borrosos, tenues. Pero muchas más han sido imágenes inéditas de sitios de nuestro universo que nunca habíamos visto realmente, zonas del cielo que parecían poco pobladas y que están en realidad llenas no sólo de estrellas, sino de galaxias que se extienden hasta el borde mismo del universo.

Los más diversos grupos de astrónomos, de cualquier país e institución, pueden pedir tiempo para realizar observaciones con este fino instrumento, y de hecho todos los descubrimientos han sido realizados por distintos grupos de astrónomos, que año con año presentan proyectos para usar el Hubble unos minutos o unas horas. Los datos que obtienen los pueden usar en exclusiva durante un año, y después se convierten en dominio público, patrimonio de toda la humanidad.

Así es como hemos obtenido evidencia de algunos de los objetos más extraños del universo: los agujeros negros, llamados así porque su masa y densidad les dota de un campo gravitacional tan poderoso que ni la luz puede escapar de ellos. Aunque no podemos verlos, podemos ver el comportamiento de la materia a su alrededor, como agua yéndose por un caño en una gigantesca espiral. Con el Hubble se han hallado indicios de numerosos agujeros negros supermasivos, que tienen la masa de millones de estrellas, en el centro de muchas galaxias, sugiriendo que se trata de elementos bastante comuness. También ha descubierto objetos que nunca habíamos visto antes, y de los que sabemos muy poco, como el llamado, no muy glamorosamente, SCP 06F6.

Pero quizá el más asombroso descubrimiento es que la expansión del universo en sus bordes está acelerándose por motivos que aún no conocemos, a los que damos el nombre general de “energía oscura”, algo que debe existir pero no hemos percibido aún.

En total, en sus 21 años de servicio, el telescopio Hubble ha sido visitado para realizar tareas como cambiar algunos instrumentos y cámaras por otros más modernos o eficaces, mejorar sus paneles solares, cambiar los giroscopios que mantienen su estabilidad y otras operaciones que lo han ido mejorando.

Con lo hecho hasta ahora, el telescopio espacial Hubble deberá seguir funcionando hasta 2013, cuando menos. Dado que orbita nuestro planeta en las capas superiores, muy tenues, de la atmósfera, a unos 559 kilómetros de altitud, su órbita se degradará poco a poco, cayendo a tierra en algún momento entre 2019 y 2021 y dejando como legado un profundo cambio en nuestra percepción del curioso lugar donde vivimos.

El origen del nombre

El telescopio espacial Hubble debe su nombre a Edwin Hubble (1889-1953), astrofísico estadounidense que, como lo haría el telescopio, amplió nuestro concepto del universo. Hubble demostró que era errónea la idea de que el universo era sólo nuestra galaxia, y confirmó la existencia de otras galaxias. Al mismo tiempo, ayudó a demostrar que nuestro universo está en expansión hasta los bordes que ahora hemos podido ver.