Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

¿Cuántas vidas puedes salvar?

La donación de órganos y tejidos después de la muerte es la única esperanza de millones de personas que sufren las más diversas afecciones.

Injerto de vena safena en el corazón
(Wikimedia Commons)
El primer trasplante exitoso de un tejido de una persona a otra ocurrió en lo que hoy es Chequia en diciembre de 1905, cuando el médico austríaco Eduard Konrad Zirm trasplantó las córneas de un niño a un trabajador, devolviéndole la vista. Pero no fue sino hasta que Christiaan Barnard realizó en Sudáfrica el primer trasplante de corazón en 1968 que la donación de nuestros restos mortales se convirtió en un aspecto importante de las decisiones que tomamos para después de nuestra muerte.

Antes de esa época, la única opción (que sigue vigente) era legar el cuerpo para ser utilizado en investigación o en la enseñanza de anatomía y técnicas quirúrgicas en la carrera de medicina. Pero en el camino que ha llevado hasta 2011, cuando el médico español Pedro Cavadas realizó el primer trasplante doble de piernas, lo más común en la visión popular es la donación de órganos (hígado, pulmones, corazón, riñones, etc.) y, más recientemente, miembros.

Pero los órganos y miembros completos son una mínima parte de todo lo que se puede reutilizar de nuestro cuerpo.

Las otras donaciones

Podemos donar nuestro cuerpo completo o sólo algunos tejidos u órganos. Todos pueden usarse para el tratamiento de diversas dolencias, afecciones o problemas de salud. Cada uno de nosotros es, por así decirlo, un almacén ambulante de piezas de recambio con las que, después de que termine nuestra vida, podemos salvar a casi una decena de personas, devolverle la vista a dos más y mejorar la calidad de vida de muchas más.

Por ejemplo, el hueso se utiliza en la reparación o estabilización de la columna vertebral y de otros huesos dañados por traumatismos, cáncer, degeneración o defectos congénitos. Igualmente se emplea en cirugía oral para reparar hueso perdido alrededor de los dientes. El hueso donado también puede someterse a un proceso de desmineralización para extraer algunas proteínas que estimulan la formación de hueso. Estas proteínas se utilizan conjuntamente con hueso del propio paciente para estimular el crecimiento de hueso nuevo. Entre los huesos que podemos donar están los arcos vertebrales, las cabezas de los fémures, las rótulas, los platillos de las tibias y la bóveda craneal.

Los músculos de nuestro cuerpo están recubiertos de un tejido conjuntivo fibroso que se conoce médicamente como fascia y que los protege y une. La fascia se utiliza en cirugía para reparar tendones, músculos, ligamentos y deformidades diversas.

Otro tipo de tejido conjuntivo son los tendones, tejidos fibrosos que conectan a los músculos con los huesos para permitir el movimiento. En cirugía, los tendones se utilizan para la reconstrucción de lesiones como la rotura del ligamento anterior cruzado y en otras reconstrucciones de las articulaciones.

También se puede donar la membrana amniótica dentro de la cual se desarrolla el feto, aunque sólo en casos de nacimiento por cesárea, ya que el paso por el canal del parto contamina estos tejidos. La membrana amniótica puede dar más vida de la que ha albergado al utilizarse para el tratamiento de quemaduras, ya que permite reducir el dolor, disminuir el peligro de infecciones y promover el desarrollo de piel nueva. Se emplea también en la reconstrucción de tímpanos y de las meninges (los tejidos que rodean y protegen al cerebro) y para reparar cierto tipo de úlceras. Finalmente, se utilza también en cirugía oftalmológica para la reconstrucción de distintas partes del ojo.

El resto de la placenta puede donarse para procedimientos de cirugía en los que se utiliza para disminuir la inflamación, las cicatrices y el dolor. Además, la sangre de la placenta y la que queda en el cordón umbilical cuando se corta son fuentes abundantes de células madre adultas que se utilizan tanto en transplantes como en investigaciones médicas y que no están sujetas a las cuestiones éticas de las células madre provenientes de fetos abortados.

Las paratiroides son glándulas que están detrás de la tiroides, alrededor de la tráquea y que producen una hormona (PTH), encargada de controlar los niveles de calcio, fósforo y vitamina D dentro de la sangre y el hueso. La escasez de esta hormona se corrige con el trasplante de glándulas paratiroides donadas.

No sólo se puede hacer un trasplante de corazón completo, sino que también se pueden trasplantar válvulas cardiacas a pacientes que tienen defectos en las propias. Igualmente, las grandes arterias, como la aorta, y venas, como la femoral o la safena, se utilizan continuamente para sustituir segmentos de vasos sanguíneos en pacientes que han sufrido traumatismos u otro tipo de lesiones, por ejemplo, en la cirugía de arterias coronarias del corazón y para bypass femoral como solución a algunos problemas de circulación de las piernas.

Uno de los tratamientos más prometedores para la diabetes es el transplante de las células del páncreas responsables de la producción de insulina, la sustancia que nos permite metabolizar el azúcar. En lugar de hacer un transplante de páncreas completo, que es un procedimiento quirúrgico en extremo complejo, se transplantan solamente estas células, llamadas islotes de Langerhans mejorando la calidad y la duración de vida de los diabéticos.

También se puede donar la piel para injertos o trasplantes en cirugías de reparación de la pared abdominal, cirugía plástica o reconstructiva y para el tratamiento de víctimas de quemaduras. Cada uno de nosotros tiene entre uno y dos metros cuadrados de piel que pueden ayudar a muchos pacientes.

Por último mencionaremos el pericardio, el recubrimiento protector del corazón, que se utiliza para la reparación de defectos en las paredes de diversos vasos sanguíneos, como un “parche” en neurocirugía para reemplazar la duramadre, una de las membranas que protegen al cerebro y para reparar el hueso en cirugías orales.

Todos, independientemente de nuestra edad, somos potenciales donantes de al menos algunos tejidos. El único requisito es no tener enfermedades infecciosas tales como el VIH/SIDA o la hepatitis B (aunque aún en esos casos podemos donar órganos, tejidos o todo nuestro cuerpo para la investigación de estas afecciones).

Es el regalo de la vida que se le puede arrancar a la muerte.

El futuro de los trasplantes

La investigación con células madre permite soñar con una era en la que se podrán hacer órganos y tejidos de recambio “a la medida” sin necesidad de donantes. Las células madre tienen la capacidad de convertirse en cualquier tejido del cuerpo humano según las instrucciones químicas que reciban: piel, tendones, ligamentos, músculo cardiaco, en fin. Sin embargo, esa posibilidad es aún lejana y se mantiene en el terreno de la ciencia ficción.